6:1 Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla;
6:2 para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados. 6:3 Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de tus padres. 6:4 Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. 6:5 Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. 6:6 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 6:7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. 6:8 Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; 6:9 y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.
“Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”.
1 Corintios 10:12 (Reina-Valera 1960)
A veces pareciera que estamos en una total calma, pareciera que de los mares han cesado las olas, que los vientos se han ido, que el sol ha salido y alumbra nuestro camino.
Paradójicamente en lo espiritual esos momentos de bienestar y de total calma muchas veces hacen que nos descuidemos, que pensemos que ya todo está hecho, que hemos ganado y poco a poco nos vamos haciendo sordos a la voz de nuestro Señor.
Guardianes y Hacedores de Su Palabra
Jesús respondió, y le dijo: Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos con él morada.
Echando fuera a los gigantes
Muchos creen que por el hecho de tener un Dios Inigualable y Todo Poderoso él es quién se encarga de echar fuera a los gigantes de nuestra vida. Esto causa frustración, desesperación e impotencia al ver lo que tanto anhelamos tan cerca pero no en nuestras manos.
Nuestro Dios no es un Dios pasivo, al contrario es un Dios de batalla y conquista, el cual promete respaldarnos y sin duda su espíritu entregará toda batalla en nuestras vidas, pero somos nosotros quienes debemos echar fuera los gigantes de la tierra prometida.
Las cosecha en el Señor son las mejores, las más ricas y jugosas, pero cuestan mucho. No todos echan fuera los gigantes que resguardan la tierra dónde fluye leche y miel, más solamente los violentos que han decidido CREERLE A DIOS..!!