viernes, 6 de abril de 2012

Lo que expresa nuestro rostro





Te sorprendería saber ¡cuánta información sobre las personas, puede revelar su rostro! Trabajando en un aeropuerto, podía observar la gran cantidad de hombres y mujeres, que pasaban por día, por esa estación aérea. Había personas de todas las nacionalidades, culturas y edades. Aquellos rostros, reflejaban claramente la historia que había detrás de cada uno de ellos. Algunos, tenían la frente marcada, con el cincel del enojo acumulado, ya de mucho tiempo ¡llevaban la ira impresa en su semblante, como una estampa! Tenían los dientes tan apretados, que parecían no haber dejado escapar una sonrisa por largos años. La tristeza, era la otra constante en algunos rostros. En ellos, los párpados caían pesadamente, dando un marco completamente triste, a unos ojos que apenas se veían entreabiertos.
Con cada mirada, dejaban escapar un poco de desánimo e impotencia ¡Ni el maquillaje podía disimular tanta desazón!
Cuando tú te miras al espejo ¿qué refleja tu rostro? ¿Qué observas tú? Si eres hombre, seguramente sólo chequeas tu peinado, o te acomodas las cejas y ¡ya está! Si eres mujer, estoy segurísima de que te detienes observándote, por más tiempo. No estoy hablando de vanidad, sino de que esa es la naturaleza femenina. Además del peinado, retocamos el maquillaje, con mucho cuidado y no salimos de allí, hasta estar bien satisfechas con lo que vemos en el espejo. Indudablemente tenemos muchas razones para ocuparnos de la imagen que proyectamos. El rostro, es como nuestra carta de presentación. Si no somos tan agraciados, tratamos de embellecernos, y si por el contrario, nuestro rostro nos favorece, entonces lo que tratamos es de resaltar esa belleza natural.
Dice el apóstol Pablo, que somos “cartas abiertas”. Esto significa que quien nos ve, va a tener mucha información acerca de nosotros. Y por supuesto, lo primero que se ve, es el rostro. Recuerdo que una vez me tocó entrevistar a una conductora de noticieros televisivos, para publicar la nota en una revista. De pronto, ella se queda mirándome a los ojos y me pregunta:” ¿De qué religión eres”? Aunque no es correcto, responder a una pregunta con otra, sin embargo sólo atiné a preguntarle: “¿Por qué crees, que profeso alguna religión?” La locutora me respondió: “Por tu rostro… ¡se lo ve tan sereno! refleja mucha paz interior” Por supuesto, esto me dio la oportunidad de contarle acerca de la relación que tengo, con mi Señor Jesucristo ¡Fue una excelente oportunidad para testificarle! Lo increíble, es que ¡no fue necesario hablar! Mi rostro, como “carta abierta” ¡había revelado mucha información acerca de mí!
Leemos en (Éxodo 34:35) que la piel del rostro de Moisés, resplandecía en la presencia del Señor. Ve tú ahora, mírate un instante al espejo y dime: ¿Qué refleja tu rostro? ¿Qué revela tu semblante? Recuerda que quien te ve, tendrá mucha información acerca de ti, sin necesidad de que tú le hables. Tu mirada, indefectiblemente revelará profundidades de tu alma. Tus sentimientos quedarán expuestos ¿Aflorará a tu semblante, la timidez? ¿Quedará en evidencia tu dolor, la frustración, o quizás la falta de perdón? Si tú no estás conforme, con la imagen que te devuelve el espejo ¡Deja que Dios trate con tu corazón! No podrás arreglarlo con maquillaje ¡No resultará! porque solo “el corazón alegre, hermosea el rostro” (Proverbios 15:13). Atrévete a ser una “carta abierta”, portadora de “Buenas noticias”…de esas que da gusto recibir y deseamos leerla una y otra vez. ¡Anímate mi hermana, a lucir bella! Y tú hermano, a ser un hombre encantador, agradable, con un rostro resplandeciente, como el de Moisés. No comiences el día, sin que tu espejo te devuelva la imagen de:
¡Un ser lleno de paz interior y de amor! ¡Un portador de Buenas noticias de salvación!
Autora: Estela Schüsselin
Escrito para: www.destellodesugloria.org

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